SYLVIE LAMBERT
Carta de intenciones
Nacida en Montreal en 1984, me gradué de la Universidad de Concordia con distinción en arte de estudio con especialización en cerámica y luego me gradué de la Haute Ecole d'Art et Design de Genève en pintura. Enseñé durante algunos años, hice marionetas para compañías suizas, luego, desde finales de 2020, decidí dedicarme por completo a la pintura. Pinto desde los 12 años y realmente es el medio que me da más libertad ya que es completo y complejo. La pintura, por el hecho de que producimos de todo, de la A a la Z, me da mucha libertad y me conviene por su complejidad, ya que hay tantas elecciones formales y filosóficas que hacer. Sin embargo, me gusta crear objetos y también aprecio la espontaneidad del dibujo.
Crecí en Montreal en una ciudad muy ecléctica donde defendemos la comprensibilidad, la eficiencia y la idea de que todo es posible si nos damos los medios. Emigré cuando tenía 20 años para vivir en Francia y estudiar en Suiza. Tres países diferentes, tres culturas pero sólo una lengua hablada que se usa de forma diferente pero que con un pequeño esfuerzo de abstracción puede ser entendida por todos.
Al ser disléxico y tener un sistema de pensamiento muy arbóreo, seguramente exacerbado por la cultura quebequesa que usa las palabras de una manera muy colorida, tengo una manera particular de expresarme. Constantemente mezclo expresiones, cometo muchos deslices lingüísticos, todavía a menudo invento palabras. El lenguaje representa para mí una lucha y una fascinación, una suerte de apertura a nuestra percepción del mundo, de nuestra cultura y al mismo tiempo simbolización oral de una realidad que quiere ser universal, pero que cambia constantemente según el contexto de un frase, lugar y tiempo.
Naturalmente hago enlaces analógicos a diario entre cosas incongruentes con un humor bastante estrafalario. La mayoría de mis obras vienenprovienen de una idea relacionada con mis recuerdos, palabras, obras de otros artistas más o menos conocidos e imágenes de la vida cotidiana conectada (instagram, Pinterest) o no. Esta idea suele vivir en mí durante mucho tiempo y da vueltas en mi cabeza.
Mi trabajo generalmente gira en torno a la cuestión de la relación. Ya sea pictórica o conceptualmente, soy muy sensible a la relación entre diferentes elementos. Un poco como los elementos de una oración, a veces es suficiente cambiar una sola letra para que la oración tenga un significado completamente diferente. También juego con modificar los planos y perspectivas de una obra para recrear una lectura inesperada.
Diría que lo que diferencia mis obras es una cohabitación controlada entre la sencillez y la complejidad. Creo espacios deconstruidos entre la realidad sintética y la pictorialidad. Intento hacer obras que nos transporten a un mundo hecho de luz, colores, valores, composición, volumen 2D y detalles falsamente realistas que provoquen emociones y cierta fascinación. Cuando pinto me divierto transformando mis planos ideológicos y planos pictóricos. A menudo modifico la intención original dejándome guiar por mis intuiciones y los vínculos analógicos que pueden surgir cuando pinto.
Diría que la finalidad de mis obras se encuentra a caballo entre la alegoría y el relato filosófico, con una exigente sencillez tanto en el tratamiento pictórico como en la composición de los elementos que configuran una suerte de narrativa visual excéntrica o incluso desarticulada. La mayoría de las veces está ligado a una especie de himno a lo vivo, animal o vegetal, ligado a la superficialidad.
En definitiva, en mis pinturas me ofrezco un espacio de libertad para asumir mi singularidad con la esperanza de poder compartirla con los demás. Porque estoy convencido de que el arte sabe algo que las palabras no pueden decir.